“Ciberbullying”, es el uso
de las nuevas tecnologías, como pueden ser redes sociales, móviles, blogs,
chats, etc. para ejercer un acoso psicológico.
Este tipo de acoso puede
manifestarse de maneras muy diversas; desde subir a Internet una foto
comprometida o difundirla al entorno de la víctima, suplantar la identidad de
la víctima en una red social donde se escriban confesiones en primera persona…
etc.
La gravedad de este tipo de
acoso se basa en la posición de poder que siente la persona “ciberacosadora”, escondida
bajo el anonimato o una falsa identidad en Internet. Asimismo, este suele
conocer a la víctima, bien directamente,
o bien a través de su información publicada en Internet.
Según el estudio Juventud
y Violencia, de la Fundación Pfizer del 2010, el 11,6% de los adolescentes
españoles de entre 12 y 18 años ha sufrido maltrato psicológico a través de la
Red y un 8,1% lo ha sufrido a través del móvil.
Este tipo de acoso puede
llegar a ser muy persistente a lo largo del tiempo, con humillaciones,
chantajes, burlas y múltiples ofensas que van a tener un gran impacto
psicológico en la víctima, llegando incluso al suicidio, como fue el caso de
Amanda Todd, que fue encontrada muerta
con solo 15 años, un mes después de publicar este vídeo
en el que denunciaba estar sufriendo “cyberbullying”.
Deberíamos preguntarnos si
detrás de esta clase de acosos se encuentra exclusivamente la persona “ciberacosadora”,
o si los demás mediante comentarios o simplemente a través de la pasividad
contribuyen al mismo. Asimismo es necesario valorar el papel de las familias y el profesorado en esta cuestión, y un estado-institución que no lo está regulando.
Elian Montero
Elian Montero
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