En mi opinión el Whatsapp se ha convertido en una
auténtica red social donde casi lo menos importante es saber como está nuestro
interlocutor y, sin embargo, es primordial hacer un chascarrillo sobre el
último acontecimiento mediático.
Dicho esto, creo que esta aplicación no es
intrínsecamente negativa para sus usuarios y, en concreto, creo que sería de
mayor utilidad si se tuvieran en cuenta los siguientes aspectos:
1. Plantearse el
verdadero motivo por el que se quiere adquirir esta aplicación: ahorro de
dinero, mayor rapidez e instantaneidad o, si bien, queremos tenerlo simplemente
porque “es lo que se lleva”
2. Asumir si la elección es condicionada por una
cuestión de moda o de convicción personal
3. Aclarar qué tipo de
mensajes queremos enviar desde esta aplicación. En mi opinión Whatsapp es útil como
herramienta para concretar tareas sencillas y unívocas. Por ejemplo, sería
provechoso para decidir si vamos o quedar o no con unos amigos, pero no para
ver que regalo vamos a comprar a un familiar.
4. Sabiendo por qué lo
hemos comprado y para qué vamos utilizarlo nos queda elegir con qué personas
nos gustaría emplearlo. Por tanto, si decido comunicarme con este dispositivo
para momentos puntuales y de poca complejidad sería absurdo tener agregado a
alguien con el que tenga poca o ninguna relación, ya que la escasa confianza
dificulta la comunicación más sencilla.
Así pues, en los adolescentes podría ser
positivo su utilización para la organización de trabajos en el instituto o para
decidir qué hacer con sus amigos los fines de semana. En cambio, no tendría
mucho sentido hacer uso de el simplemente para charlar con los amigos
especialmente porque no condensaría los matices de un encuentro real que haría
más dinámica y cálida la conversación.
Leticia Galdón.
Leticia Galdón.
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